Pinto a ritmo de latidos — cada tono y matiz nace del aliento del cielo.
Entre el alba y el crepúsculo, cuando el cielo se viste de todos los colores, refleja la verdad silenciosa del corazón.
Una colección de luz después de la tormenta
Hay momentos en la vida en los que el color desaparece — cuando los días se vuelven grises y el futuro se desvanece. Esta colección, Cielos Arcoíris, nació de uno de esos momentos.
Hace años, pinté la primera obra para una amiga muy querida que enfrentaba una enfermedad grave. Fue un símbolo de fuerza, de belleza en medio del dolor, de resiliencia brillando en la oscuridad. Una sola pintura — un arcoíris cruzando un cielo turbulento — que decía: no estás sola.
Pensé que sería una pieza única
Pero luego, años después, llegó mi hija — inesperada, radiante, un milagro. Y el arcoíris volvió. No solo como señal de haber sobrevivido, sino ahora como símbolo de nuevos comienzos, esperanza en su máxima fuerza y una alegría inquebrantable.
Esta serie es para ella, y para todas las personas que están, en silencio, al borde de algo incierto.
Para quienes han visto desaparecer la luz — y han esperado a que regrese.
Cada pintura es una carta de amor al corazón humano — a la belleza que sigue a la tormenta, y al valor que se necesita para volver a creer en el color.
El arcoíris aquí no es un adorno. Es un acto silencioso de desafío. Un recordatorio de que incluso en la oscuridad, aún podemos elegir la luz, la alegría y la esperanza.
El cielo se despeja. Los colores regresan. Y el alma recuerda:
Has atravesado la tormenta. Y el arcoíris sigue siendo tuyo